Este tema siempre me ha intrigado. Porqué soñamos? Porqué el sueño? A todos nos puede, nadie aguanta sin dormir mucho tiempo. Porqué?
Empezaré este tema con alguna leyenda:

Existe una leyenda árabe que narra el origen de los sueños, esas manifestaciones de imágenes y sonidos que cada noche nos acompañan durante unos pocos minutos. Esos nexos con el subconsciente y sus profundas pulsiones. Los sueños emprenden el vuelo y recorren el mundo, posándose en los corazones de aquellos que descansan. Es entonces cuando se desprenden de dulces sueños o terroríficas pesadillas.
Por su parte los egipcios, creían que los sueños eran la vía por la que se comunicaban los Dioses con los seres humanos. Ellos sabían la importancia del acto de soñar ya que una tercera parte de nuestra vida la pasamos soñando.
Los sueños representan las pulsiones más íntimas de nuestra conciencia. Muchas personas sueñan en color, mientras que otros experimentan sus deseos en blanco y negro. El tiempo y el espacio se dilatan, no tienen orden, se alteran. Nuestro pulso se acelera y perdemos los reflejos. Estamos totalmente a merced de subconsciente.
Deseos, miedos, recuerdos…todo tiene cabida en el estado REM (Rapid Eye Movement), un estado de relajación total del cuerpo, ya que el cerebro segrega una hormona paralizante -que no paraliza totalmente el cuerpo-. Tras los primeros 80 min. del sueño, nos sumergimos en esta fase, ya que previamente nuestros sentidos necesitan un descansos total que el sueño REM no proporciona.
Un complejo y fascinante mecanismo de nuestro cerebro; una parte más de la evolución el hombre.

Dormir y soñar:

Una tercera parte de nuestra existencia transcurre mientras dormimos. Una persona que viva por ejemplo noventa años, ha estado treinta de ellos durmiendo. Es mucho tiempo pues, como para no prestar atención a lo que sucede mientras dormimos y mientras soñamos.
Que dormir es necesario todos lo sabemos. A quién no le ha ocurrido, que después de una noche de insomnio, se ha levantado al día siguiente completamente extenuado física y anímicamente.
Sin embargo, si el dormir es necesario, más lo es el soñar. Se han hecho experimentos de laboratorio con cobayas y lo que es más dramático, con prisioneros de guerra, a los cuales se les despertaba en el momento justo que comenzaban a soñar. Pues bien, tanto los animales como las personas morían a los pocos días, generalmente después de enloquecer y de terribles sufrimientos.
Para comenzar hay que decir que todos soñamos, aunque hay quienes afirmen desconcertados que no recuerdan nunca ningún sueño. En cualquier caso y si queremos recordar lo soñado, conviene tener una libreta al lado de la cama y escribir todo lo que recordemos nada más despertar, ya que conforme transcurre el tiempo se va olvidando y perdiendo información sobre lo soñado.
El porqué soñamos ha dado lugar desde siempre a muy diversas interpretaciones. Desde las más científicas, que afirman que mientras soñamos tan solo ejercemos una función biológica en la cual nuestras neuronas reponen la energía perdida durante el día, hasta las más esotéricas, que nos hablan de «viajes astrales». Pero vamos por partes, porque hoy casi todo el mundo afirma que la respuesta del porqué soñamos no es una sola.
En primer lugar lo físico influye enormemente en lo onírico, de tal modo que nuestro estado de salud ejercerá una gran importancia sobre lo que soñemos. Por tanto, vigilemos todo cuanto comamos o bebamos antes de ir a dormir. Así, si hemos cenado copiosamente posiblemente esa noche tengamos sueños agitados o simplemente si sentimos frio en el sueño, quizás se deba a que nos hemos destapado descuidadamente mientras dormimos.
Las cosas vividas durante el día también se manifiestan mientras se duerme. Son los llamados «sueños de proyección mecánica», en los cuales el subconsciente exterioriza las tensiones, emociones y cosas en general, que más nos han impresionado el día anterior. De este modo, si ese día hemos visto en la televisión algún accidente, tal vez soñemos que a nosotros nos ocurre igual.
De significado más complejo son los sueños simbólicos, en los cuales nuestro sabio subconsciente nos ofrecería mensajes en forma de símbolos, sobre problemas y preocupaciones personales y sobre las que quiere advertirnos o aconsejarnos. Es curioso que muchas veces, al despertar por las mañanas, encontramos solución a problemas cotidianos de nuestra vida. Es lo que se denomina popularmente «consultar con la almohada». Personalmente siempre aconsejo que cuando algo nos preocupe o estemos indecisos ante cualquier circunstancia, nos relajemos antes de dormir y pidamos según la fe de cada cual encontrar una solución a la mañana siguiente. A veces funciona.
Son sueños difíciles de interpretar por su contenido simbólico y que habría que descifrarlos de forma individual, aunque la tradición nos habla de un lenguaje oculto de los sueños y de un significado arquetípico. Por ejemplo, soñar con agua puede reflejar el estado anímico de la persona. Si el agua es clara se le suele dar un significado de paz interior, si el agua está turbia o agitada, algo interno nos inquieta y angustia. También durante el estado onírico nuestra mente puede exteriorizar cosas que reprimimos o están bloqueadas en nuestro subconsciente pugnando por salir. Durante el día nuestra mente racional no deja que así suceda, porque censura contenidos que entiende que no son buenos bien por la educación recibida o por convencionalismos sociales. Pero por las noches, con las defensas de la censura bajadas, estos contenidos inconscientes afloran y salen a la luz. Un ejemplo de ellos serían los de índole sexual.
Y que decir de los sueños premonitorios, de los cuales la historia está repleta de ejemplos. Algunos tan famosos como el de Calpurnia, la mujer de Julio César que soñó como éste era asesinado en las escalinatas del senado romano, lo que efectivamente así sucedió. O el de Abraham Lincoln, que también fue advertido en sueños que moriría de un disparo en un atentado.
Finalmente nos encontramos ante los sueños más complejos, aquellos que hacen referencia a supuestos viajes astrales. Casi todas las corrientes filosóficas ocultistas afirman que nuestro espíritu viaja mientras dormimos a esa otra dimensión tan cercana y a la vez tan desconocida que es el mundo astral. Nuestra alma quedaría unida al cuerpo físico por el llamado «cordón de plata» representado por una especie de duplicado del cordón umbilical, pero compuesto de materia energética y que solo se rompería definitivamente en el momento de nuestra muerte. Durante estos viajes astrales nocturnos, tendríamos la posibilidad de comunicarnos con nuestros amigos y familiares ya fallecidos. También recibir información de nuestros «guías espirituales» para darnos consejos sobre cuestiones referentes a nuestra evolución. Estos sueños se viven con especial intensidad. Quien no ha percibido algunos tipos de sueños como auténticas vivencias, incluso a veces más reales que la vida misma. Y sucede, que muchas veces al despertar nos sentimos como si realmente perteneciéramos a esa otra dimensión de lo soñado. Tenemos la curiosa sensación de ser extraños en el mundo en el que hemos despertado; como si por unos instantes nos hubiéramos convertido en extranjeros de esta vida.
El mundo de los sueños, como se ve, es apasionante. ¡Qué pena que no seamos conscientes de todo lo que hemos soñado en nuestras vidas!. ¡Cuanto nos ayudaría el recordar y comprender todos nuestros sueños!. Sin lugar a dudas, descubriríamos cosas inimaginables sobre nosotros mismos. Porque ya lo dijo Platón «Al hombre, en verdad, solo se le conoce por sus sueños»